Un amor de Sara Mesa


Audiolibro disponible en eBiblio Murcia


La historia de Un amor ocurre en La Escapa, un pequeño núcleo rural donde Nat, una joven e inexperta traductora, acaba de mudarse. Su casero, que le regala un perro como gesto de bienvenida, no tardará en mostrar su verdadera cara, y los conflictos en torno a la casa alquilada –una construcción pobre, llena de grietas y goteras– se convertirán en una verdadera obsesión para ella.

El resto de los habitantes de la zona –la chica de la tienda, Píter el hippie, la vieja y demente Roberta, Andreas el alemán, la familia de ciudad que pasa allí los fines de semana– acogerán a Nat con aparente normalidad, mientras de fondo laten la incomprensión y la extrañeza mutuas.

La Escapa, con el monte de El Glauco siempre presente, terminará adquiriendo una personalidad propia, oprimente y confusa, que enfrentará a Nat no solo con sus vecinos, sino también consigo misma y sus propios fracasos. Llena de silencios y equívocos, de prejuicios y sobrentendidos, de tabús y transgresiones, en Un amor Sara Mesa aborda, de manera implícita pero constante, el asunto del lenguaje no como forma de comunicación sino de exclusión y diferencia.

Todos hemos sentido la necesidad de escapar hacia algún lugar remoto con la única esperanza de dejar atrás los problemas. Una huida hacia adelante tan vacua como el que pretende vaciar el mar con sus manos. Una huida hacia adelante, por más que echemos la vista atrás para asegurarnos que ganamos distancia respecto a ese enemigo silencioso: los problemas están ahí, con nosotros, en nuestra mochila.

Pero escapar a un pequeño pueblo rural parece siempre una solución a tener en cuenta. Sentimos esa necesidad de volver a conectar con nosotros mismos, una oportunidad para desconectar de otras cosas que ensombrecen, sin saberlo, nuestro día a día.

Desconocemos que un nuevo escenario puede convertirse también en un lugar aterrador. Las nuevas amistades y las personas encontradas en el camino pueden reflejar de nuevo nuestros peores miedos e inseguridades, porque el enemigo camina con nosotros, en un lugar muy profundo de nuestra consciencia.

En esta novela el ambiente también se va volviendo irrespirable. En la protagonista comienzan a brotar los miedos más primitivos: soledad, insectos, extraños ruidos en mitad de la noche, incomprensión… No encuentro algo más aterrador que sentirse solo mientras estamos rodeados de gente.

La incomunicación que sufre esa remota localidad de La Escapa (nótese el juego de palabras y esa proyección que nos evoca una sensación de «escapada») provoca que sus gentes vayan evolucionando hacia un carácter aguerrido, hosco y reservado.

Un pequeño paraíso terrenal en el que las fuertes luces esconden unas sombras alargadas, las cuales reptan por la noche con plena libertad. Un paraíso en el que sus vecinos se erigen como guardianes de esa privacidad que los aísla del resto del mundo, sin dudar en atacar al forastero (el outsider que dirían los modernetes) que amenaza con descubrir su particular jardín de las delicias, tan bonito como terrorífico.

La atmósfera se va volviendo densa y claustrofóbica con el paso de los días, al igual que las paredes cementadas en cal viva se ennegrecen en La casa de Bernarda Alba. Las inseguridades y las ansías de libertad llevan a Natalia a buscar un amor que la haga sentirse segura, firmando un pacto con un extraño vecino, el cual, con sus elocuentes silencios, parece dar respuesta a las preguntas que la protagonista se empeña en formular, como en una terapia individual y solitaria que la lleva a reconectar con su pasado, con sus tormentos. Un viaje interior como proceso de madurez necesario para identificar errores y aprender de ellos.

Su condena se confirma con un regalo, tan envenenado como autoimpuesto: un perro asilvestrado llamado Sieso. Sieso conecta con esos traumas y temores más íntimos. Con su sola presencia pone de manifiesto un hecho: aquel ser humano malvado seguirá siéndolo por más que habite en un entrañable pueblo, al igual que una serpiente seguirá teniendo ese instinto de envenenarnos por más que queramos domesticarla.

Sieso, en apariencia un elemento insignificante para la trama, consigue que los acontecimientos se precipiten, permitiendo que por primera vez los lectores puedan intuir las costuras de los vecinos y de la propia Nat.

Sara Mesa desgrana una novela en la que no ocurren grandes acontecimientos, pues todo se va cocinando a fuego lento. Un estilo muy particular que va desgarrándonos por dentro, poco a poco, casi sin darnos cuenta. Con un descripción de personajes asombrosa, los cuales quedan perfilados en pocas pinceladas.

La autora conjuga en su prosa la tercera persona (la cual trata de tomar distancia como único respiro para aliviar la tensión del lector) con los pensamientos de Nat y los diálogos del resto de personajes, de tal modo que no identificamos si lo que dice un vecino es real o solo es una proyección de la propia protagonista.

Un amor es una novela sorprendente, en la que la autora consigue enfrentar al lector con los límites de su propia moralidad.




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