Los amantes de Hiroshima de Toni Hill



La tertulia de este libro será el 12 de junio a las 11 h.

en la Biblioteca Pilar Barnés


Con esta historia, termina Toni Hill con las andanzas del inspector Héctor Salgado. Por lo menos de momento. Lo hace con una novela mucho más compleja que las anteriores, porque una vez definidos sus personajes principales: Héctor Salgado y su compañera Leire Castro, nos sumerge en una trama en la que nada es lo que aparenta, en la que además sus tramas se multiplican, pues no solamente interesa y mucho la resolución del caso con el que arranca la novela, sino la resolución de todas las subtramas que han ido avanzando a lo largo de la serie y que deben culminar en saber qué es lo que pasó con Ruth.

Además, nos enfrentamos en Los amantes de Hiroshima a una novela coral en la que cada uno de sus personajes está perfectamente definido. Tienen una personalidad propia que los aleja de cualquier estereotipo, porque además nos presenta unas relaciones complejas entre los que participan en esta novela.

Por un lado, está el grupo de cuatro amigos, uno de los cuales es una de las víctimas cuyo crimen se investiga. Personalidades muy dispares las de estos cuatro amigos a los que les une una pasión común: la música. Juntos han creado un grupo al que llaman Hiroshima.

Para hacer más compleja la relación, dos de ellos convivían compartiendo la misma mujer: Cristina, la mujer que ha sido asesinada.

Y no menos compleja es la personalidad de Mayart, el autor de éxito con el que Cristina y compartieron un taller de escritura. Porque además, un relato revolotea por encima de la situación: Los amantes de Hiroshima. Un relato que parece anticipar el crimen cometido y que además ha sido pintado en unos lienzos que han aparecido colgados en la escena del crimen. Solo que el crimen se cometió hace años y el libro con el relato acaba de ser publicado.

Las relaciones por otra parte entre Salgado y su compañera Leire toman un rumbo inesperado para ambos que hace que su situación sea más compleja.

Y todo ello con la ciudad de Barcelona como fondo de la acción. Una Barcelona que se encuentra bajo las protestas de los partidarios del 15-M.

"Barcelona es como la madrastra de Blancanieves", le había dicho Lola un día mientras paseaban por las callejuelas del Born. "Se ve a si misma tan guapa que se olvida de que no es la única, de que el tiempo pasa y de que pronto, si no tiene cuidado, le saldrá competencia en alguien más joven y menos autocomplaciente". (Página 62)

Como buena novela negra, tiene un personaje principal muy interesante: El inspector Héctor Salgado. En El verano de los juguetes muertos Héctor Salgado regresó de unas vacaciones en Argentina, el país en el que nació. Unas vacaciones forzosas, pues a Héctor que es inspector de los Mossos d'Esquadra, se le fue la mano en el último caso en el que intervino y dio una paliza brutal a uno de los sospechosos y su superior, el comisario jefe Savall, le mandó poner tierra de por medio durante una temporada. Este argentino que lleva ya muchos años afincado en España, con dieciocho años de policía, es definido así por uno de sus compañeros: «Un hombre tranquilo. Nunca una palabra más alta que otra. Eficaz. Terco pero paciente. Un buen poli, vamos... Estilo concienzudo, a lo sabueso. Pero de repente, chas, se le nubla la mente y se pone hecho una fiera. Nos dejó a todos boquiabiertos.» (El verano de los juguetes muertos; página 23)

Una compañera nos da una definición más intimista: «Ese tipo tranquilo, algo taciturno, pero a la vez sólido. Sus ojos castaños insinuaban un poco de tristeza, sí, pero no de amargura. De sana melancolía, si es que eso significa algo.» (El verano de los juguetes muertos; página 218)

Un hombre de una violencia mamada desde su niñez, que a duras penas intenta contener. Un hombre al que por si no fueran poco las complicaciones de su puesto, tiene que criar ahora a su hijo adolescente sin ayuda.

Pese a lo que añora su tierra natal, Barcelona es ya para él la ciudad sin la que no puede vivir:

No se imaginaba ya la vida en otro lado. Con lo bueno y lo malo, ésa se había convertido en su ciudad por pretenciosa que la encontrara a veces. (Los amantes de Hiroshima; página 62)

Un hombre fiel a sus creencias pero que se ve en la disyuntiva de renunciar a lo que ha sido su norte toda su vida:

Si ha tenido fe en algo a lo largo de su vida es precisamente en lo que va a traicionar dentro de un rato. En la necesidad de llegar al fondo de las cosas, de desenterrar los hechos y someterlos a la fría luz de la intemperie. (Los amantes de Hiroshima. Página 18)



Publicar un comentario

0 Comentarios