Juan ha conseguido independizarse lejos de su país cuando se ve obligado a regresar a su pequeño pueblo natal debido a la muerte de su padre. Su intención, tras el entierro, es retomar su vida en Edimburgo cuanto antes, pero su hermana le da una noticia que cambia sus planes para siempre. Así, sin proponérselo, se verá en el mismo lugar del que decidió escapar, al cuidado de una madre a la que apenas conoce y con la que siente que solo tiene una cosa en común: el viejo Renault 4 de la familia.
Esta es una novela familiar que refleja de forma brillante el conflicto de dos generaciones, la que luchó por salir adelante para transmitir un legado y la de sus hijos, que necesitan alejarse en busca de su propio lugar en el mundo. En esta emotiva historia de aprendizaje, Jesús Carrasco traza una vez más personajes formidables sometidos a decisiones fundamentales cuando la vida los pone contra las cuerdas.
Ese olor que solo una nariz entrenada, una nariz acostumbrada a él puede reconocer, es lo que Juan percibe en el momento en el que cruza el umbral de la vieja puerta de su casa. De la casa de sus padres. No solo le golpean los olores del tiempo pasado, sino también la esencia de ese tiempo, los recuerdos enquistados, aquellos de los que quiso escapar y a los que no le ha quedado más remedio que volver, aunque sea tarde.
La novela narra la historia de una vuelta a lo que fue hogar, a aquello de lo que siempre se ha querido escapar, a la responsabilidad que no queremos pero que tenemos. En la contraportada del libro el propio autor nos dice qué nos ha querido contar, que lo que él ha querido hacer con Juan, ese personaje al que zarandea desde el inicio, es mostrar algo de lo que se habla poco y que nos atañe a todos.
El personaje de Juan está rodeado, en un primer plano y como contrapunto, de su madre y de su hermana. La figura de su padre también revolotea como un personaje más pegado a él, a quién fue y a lo que es. Y en un segundo plano, pero no menos importante, de otros amigos y figuras del pasado que son los que le aportan una visión externa, con más humor, menos sesgada de lo que está viviendo y de cómo cree que son las cosas.
Al principio de la novela puede parecer que Juan es un personaje anclado en la mediocridad, sobre todo si se compara con los logros y la personalidad de su hermana. Sin embargo, esa vuelta a esos orígenes de los que tanto renegó, a esas responsabilidades con su familia, con su madre, de las que llevaba tanto tiempo huyendo, a ese espacio agreste y seco de un pueblo que no tenía nada que ofrecerle, le van haciendo crecer como persona. El personaje del principio es uno totalmente diferente del que llegamos a atisbar al final y, al mismo tiempo, Juan sigue siendo Juan. El autor comparte con los lectores esa transformación, acompañamos a Juan en su nueva realidad, una que no tiene que ser cómo él pensaba y que, no obstante, no tiene que ser necesariamente mala.
Jesús Carrasco rodea sus palabras de honestidad, de verdad sobre las relaciones familiares; sobre la forma en la que cada miembro se estanca en el rol que cree que le corresponde en ese pequeño organigrama; sobre la vejez y las renuncias que conlleva, sobre todo, cuando va de la mano de una enfermedad tan horrible como el olvido; sobre la manera en que cada uno enfrenta sus miedos, sus recuerdos, la forma en la que cada uno los acopla a lo que necesita, a lo que es; sobre el cuidado, la atención y reconectar con aquellos que, te guste o no, son una parte de ti; sobre la amistad que parecía perdida y que solo estaba en espera.
En algunos momentos, en algunos párrafos la lectura se me hacía cuesta arriba por lo que despertaba en mí, por lo que me mostraba sin paños calientes a la cara, porque todos, de alguna manera, nos vamos a ver representado en la novela.
El libro me lo prestaron, pero debo decir que lo he comprado, porque sé que lo voy a releer, porque quería tenerlo en mi biblioteca y poder prestarlo y recomendarlo. La forma de narrar de Jesús es una maravilla, no hay apenas diálogos directos y sin embargo no los echas de menos, viajas por la historia de una forma asombrosa, tirando de un hilo que a veces se enrolla, pero que nunca se pierde. Sé que no solo voy a cogerlo de nuevo por su historia, sino porque sé que entre sus páginas tengo mucho que aprender, no solo en lo personal sino en lo literario también.
Jesús Carrasco nació en Olivenza, Badajoz, en 1972, aunque desde el año 2005 vive en Sevilla. Este profesor de Educación Física deslumbró al panorama literario en su debut literario en 2013 con Intemperie. Con su primera novela ganó abundantes premios, como el Premio Libro del Año otorgado por el Gremio de Libreros de Madrid, el Premio de Cultura, Arte y Literatura de la Fundación de Estudios Rurales, el English PEN Award y el Prix Ulysse a la Mejor Primera Novela. Además de ser finalista de otros tantos y de ser traducida a más de una veintena de idiomas y de haber sido adaptada a la pantalla por Benito Zambrano.
Fuente: elquintolibro
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